miércoles, 29 de febrero de 2012





San Bernardo es un municipio de Cundinamarca (Colombia), ubicado en la Provincia del Sumapaz.
Éste municipio se encuentra ubicado a 99 Km de Santa Fe de Bogotá. Caracterizado por ser despensa agrícola en su región debido a la gran fertilidad de sus tierras y variedad de climas. Es así como su principal producto es la mora, reconocida por su excelente calidad.



REALIDAD TENEBROSA  

Mientras miles de personas mueren combatiendo en el desierto, aquí, en la sorprendente Colombia, algunos muertos no se desintegran ni después de muertos. En la población de San Bernardo, Cundinamarca, a 87 kilómetros de Bogotá, se presentan singulares casos de momificación natural. Las momias atraen cada vez más turistas curiosos, aunque el fenómeno no ha logrado llamar la atención del Instituto Colombiano de Antropología (Ican).

Tradicionalmente, el Ican se ha interesado por las momias que datan del Siglo XVIII, encontradas en el altiplano cundiboyacense y en las vertientes de la Cordillera Oriental, producto de quehaceres netamente artificiales.
Pero en el caso de San Bernardo, cuando el fenómeno es totalmente natural, el ente que deriva de Colcultura, dice no tener la capacidad ni administrativa ni financiera para estudiarlas. Sucede, según las directivas, que, para este caso, la prueba del carbono 14 no sirve, pues los cadáveres momificados son de fecha reciente.
Para Camilo Villa, director del Ican, el caso se tornaría más interesante si fueran momias provocadas, pues el hecho serviría para estudiar las diferentes técnicas utilizadas, hoy olvidadas en el mundo entero . Sorpresas de San Bernardo Las tierras de San Bernardo son una despensa: infatigables, producen desde habichuelas hasta azucenas; sus curubas se consideran las mejores del país.
El área municipal es de 212 kilómetros cuadrados, repartidos en los pisos térmicos medio, frío y páramo. No hay, pues, producto que allí no se dé, ni campesino que ubicado en cualquiera de las 27 veredas del lugar, no se dedique a la agricultura.
Pero hay dos alimentos autóctonos de la zona, considerados causa del fenómeno inexplicable de la momificación. Son la huatila o papa de pobre, y el chachafruto o balui; ambos ingredientes de sopas, cocidos, arepas y tortas. La huatila es de contextura blanda y lechosa. En su interior lleva una pepa que se semeja, en miniatura, a la del aguacate. De color verde oscuro y claro, su cáscara lleva espinas. El balui es compacto y morado, de la familia del fríjol y parecido al guamo en apariencia.

Los habitantes del lugar, aproximadamente doce mil, creen que el hecho de que existan momias obedece o al consumo cotidiano de estos frutos, o a las condiciones de humedad del terreno donde está ubicado el cementerio.

Pero las dos hipótesis dejan dudas. Aunque es verdad que el balui y la huatila son oriundos de la región, no deja de ser cierto que se dan también en cualquier zona de clima cafetero. De otro lado, se han dado casos de gente que habiendo vivido siempre en San Bernardo, se han enterrado en Fusagasugá y tampoco se han descompuesto.

Tal parece que el hecho va a continuar presentándose sin llamar la atención de la ciencia. Pasa el tiempo y aumentan las especulaciones al respecto.
Con 90 años, el habitante de más edad en el pueblo afirma que se momifica la gente que en vida fue perversa. Así se lo enseñaron sus padres y abuelos. Para él todo ha pasado, pasa y pasará, por castigo divino.
El caso es que, en la actualidad, 30 momias permanecen en una bóveda subterránea del cementerio, uno de los más organizados de la región de Sumapaz. Son éstas de personas nunca reclamadas, mendigos y gente pobre del lugar. Hay de mujeres, hombres y niños. 
Lo más impresionante y patético es que aún dejan ver su piel intacta pegada al hueso. Los gusanos no consumieron por completo el cadáver y se distinguen a la perfección las facciones del cuerpo en vida.
Desmejoradas por la humedad y el contacto con el aire, convencen a cualquiera de que merecen estar en otro sitio.

"LAS MOMIAS" Un hecho inexplicable en la historia San Bernardina. 

Cuando se habla de momias nuestra mente inmediatamente se remite a Egipto, y entonces recordamos esas películas famosas que muestran una de las Maravillas del Mundo: las grandes Pirámides Egipcias que fueron construidas para servir como cenotafios de los faraones y que, según indica la historia, su función era contener la “esencia” del rey por toda la eternidad, es decir, convertirlos en seres eternos.

Antes  de entrar al Museo de las Momias hacemos un recorrido por  la zona;  un lugar  tranquilo, pequeño, en donde las gallinas pasean orondas como si fuera el patio de su casa, el sol radiante que acoge el lugar no lo hace ver tenebroso, al contrario despierta una apasionante necesidad de entrar.

Olimpia, Agripina, Crisiliano, Basilio, Eledonio, Einison, Agapito, Donaciano, son algunos de los nombres que con  la luz del día se pueden leer claramente en las lápidas y es imposible contener una expresión graciosa en el rostro de quien los lee. Logran  llamar la atención porque  algunas son muy finas,  hechas en mármol o en bronce y muy bien arregladas con flores coloridas, dejan la sensación de haber sido elaboradas   con la intención de manifestar ese cariño o amor que en vida no se   brindó, pareciera como si se sanara la conciencia.  También  hay otras descuidadas, ahogadas en  polvo, en el polvo del olvido, simplemente selladas, sin nombre, alguien que sin duda  tuvo una historia y hoy sólo es una bóveda anónima. Todos convergen en un mismo lugar y, aunque desconocidos, habitan en este espacio misterioso, un espacio que invita a tener contacto con las momias, las protagonistas de nuestra crónica.

Mientras tanto es en San Bernardo donde se seguirá teniendo  acceso a la historia, a la investigación y a este maravilloso fenómeno que sorprende a los visitantes, y que de paso los involucra en un fantástico y mágico recorrido cultural.